Recuerdo que un fin de semana por la tarde, me veía más celulitis aún, no me atrevía a ponerme pantalones cortos, me senté en la cama, en frente del armario pensando qué ponerme, finalmente y con poco ánimo cogí unos pantalones vaqueros largos y al ponérmelos, horror, me apretaban muchísimo… Me sentía agobiada, encorsetada en esos pantalones, me puse todas las capas que pude, camiseta ancha, chaqueta vaquera ancha y aparenté que estaba bien, pero estaba mal y envidiaba a mi amiga que entrenaba y tenía un cuerpazo… Así que decidí que no quería sentirme más así, por eso finalmente le pregunté a mi amiga y me recomendó su nutricionista que era profesor en la universidad, a ella le iba tan bien, por eso pensé que lograría por fin lo que quería, pero mi decepción fue muy grande, trataba de seguir una dieta que decía ser personalizada para mejorar la composicón corporal, pero era muy sosa, de hecho una de las veces en el documento ponía el nombre de otra mujer… Pero confié en ese nutricionista que me dijo: “Vamos a centrarnos en ganar músculo y la grasa se irá perdiendo”. Hasta que fuí por 6ª y última vez a la consulta, me sentía exactamente igual que cuando empecé o incluso peor, me quité la ropa me tomó medidas, el plicometro, que es un utensilio para medir los pliegues y que coge la piel, lo puso en mis muslos y a penas cerraba y le dije angustiada: “¿Qué puedo hacer, estoy entrenando, siguiendo la dieta…?” Me contestó: “Pues María, en tu caso, la liposucción puede ser la solución”.